¿Qué es una psicosis?
La psicosis es entendida por la sociedad como una enfermedad donde las personas que la padecen “están locas” o directamente “son asesinos”, confundiendo este trastorno con un trastorno que nada tiene que ver, que es la psicopatía. Desde luego no han ayudado películas como psicosis, el resplandor u otros títulos donde las personas que dicen padecer esta enfermedad, distan mucho de tener los síntomas característicos de estas personas.
La psicosis, es un estado mental donde las personas que la padecen, pierden contacto con la realidad, apareciendo numerosos síntomas que precipitan a la persona que la padece a una alteración de sus funciones. Estos síntomas son:
Ideas delirantes: pensamientos con presencia de un contenido real pero que sin ampararse en un criterio lógico se transforma en un pensamiento irreal, inexistente pero que el que la padece, lo vive como si esas ideas tuvieran una secuencia lógica.
Alucinaciones: presencia de imágenes, sonidos o sensaciones físicas que no tienen una presencia real pero que el sujeto vive como si realmente estuviera viendo, oyendo o sintiendo.
Lenguaje desorganizado: donde aparece un lenguaje inconexo, que en ocasiones el sujeto no acaba las frases, donde no hay un principio o un final.
Comportamiento catatónico o gravemente desorganizado.
¿Cómo se llega a una psicosis?
Una persona no tiene psicosis y ya está, sino que hay una serie de factores que están influyendo directamente en que esa persona pueda desencadenar dicha psicosis. Estos factores cursan a lo largo de la vida del individuo que lo padece y en un momento determinado, aparece. Estos factores son los siguientes:
Factores de vulnerabilidad: son estables, presentes previamente a que emerja la sintomatología psicótica operando como factores predisponentes y persisten tras el episodio, inluyendo tanto en el riesgo de recaídas como en las oportunidades de recuperación. Estos factores de vulnerabilidad, son sociales (encuentran problemas a la hora de percibir, interpretar y generar respuestas a las intenciones, planes y conductas de otros. Esto les lleva a menudo a encontrarse solos, no juegan con sus compañeros, permanecen mucho tiempo sin un contacto social, viven aislados y en ocasiones con comportamientos raros en el juego: juegan solos con amigos imaginarios, siguen una forma de juego carente de emociones…), familiares (niños que están sometidos a unas normas muy rígidas, con poca calidez en el hogar, con tensiones familiares continuas, con rupturas familiares o en ocasiones maltrato físico, padres muy sobre protectores y con excesiva vinculación paterna), neurobiológicos (problemas en la migración celular en el neurodesarrollo, con efectos sobre la configuración de ciertos circuitos neurales: lóbulo prefrontal y tálamo o en hipocampo).
Factores desencadenantes o estresores:
Momentos en la vida en la que unido a esos factores de vulnerabilidad previos, el niño suele explotar y comentar la aparición de los síntomas psicóticos descritos con anterioridad: pubertad como característica de la etapa evolutiva, angustia vital que puede aparecer en momentos donde puede haber presión social (malas relaciones con sus compañeros), separación traumática de uno de los padres o de relaciones sentimentales, fallecimiento de una persona cercana, desengaño amoroso.
Factores protectores:
Aunque los dos factores anteriores claramente pueden facilitar un brote psicótico, hay una serie de factores que pueden “proteger” a la persona con vulnerabilidad frente a estresores y que puede retrasar o incluso amortiguar el brote. Estos factores pueden ser tener una buena relación con sus hermanos, tener un sustento económico, tener un trabajo, tener una normalización social (amigos), tener una vida con hábitos saludables…
los objetivos de la intervención terapéutica en la psicosis, son múltiples e incluyen:
- aliviar los síntomas específicos
- atender la respuesta personal a los síntomas
- contrarrestar al máximo los factores de vulnerabilidad
- ocuparse de los factores del entorno, contexto (familia, situación estresante para la persona…).
- potenciar los factores protectores inespecíficos y específicos.
Escrito por Juan José Carral Hernández. Director del Centro de Psicología Clínica y Logopedia CIPREA
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