Hoy 13 de febrero, con motivo del Día Mundial de la Radio, uno de los medios de comunicación más relevantes hoy en día, es necesario reivindicar la importancia de un buen cuidado de la voz y de la expresión oral.

A través de la voz, no solo transmitimos aquello que queremos decir, sino también nuestro estado de ánimo y emociones. Una voz normal, es aquella que da un máximo rendimiento sin suponer esfuerzo alguno. Presenta un timbre, una intensidad y tono normales y adecuados, adaptándose a cada persona.

Trabajando y conociendo bien la voz, los locutores pueden llegar a ser unos excelentes emisores de sensaciones y gozar de una privilegiada voz radiofónica, pues es errónea la idea frecuente de que ésta es innata. Así también,  gente no relacionada con el mundo de los medios de comunicación pueden optar por un buen uso de la misma, aplicando los cuidados adecuados. Aunque nadie dijo que fuera fácil, y menos cuando tenemos una serie de hábitos inadecuados que debemos suprimir.

Por el contrario, una voz disfónica o alterada es aquella que sufre una modificación en la intensidad, tono o timbre, limitando a la persona en el uso de su voz, provocando que muchas veces su habla no sea inteligible, tanto en sitios ruidosos como normales, tendiendo a hacer un mayor esfuerzo de la voz y puede que hasta eso cohíba a la persona a la hora de enfrentarse a ciertas situaciones. La voz, por tanto, no va bien, y eso incitará a la persona a “forzar” o “tirar” más de ella, entrando en un círculo vicioso de sobreesfuerzo vocal y a su vez, una mala coordinación de la respiración y el habla,  y una tensión facial y de los órganos fonoarticulatorios, hasta perder el propio control auditivo de la voz.

A corto plazo, la persona puede notar resultados y experimentar un buen rendimiento comunicativo, pues cubre la necesidad que tiene en el momento en que la voz le exige más y en consecuencia la forzará más, pero a largo plazo se está estableciendo una disfonía.

A continuación, se exponen una serie de medidas de higiene vocal para suprimir en la medida de lo posible todos aquellos hábitos tóxicos que favorecen esta dificultad vocal:

 

Consejo: satisfacer las necesidades respiratorias antes que el habla, la voz no puede estar por encima de la respiración, no debemos sentir que nos quedamos sin aire al finalizar una frase, y evitar los “gruñidos” vocales intensos y agresivos.

 

Consejo: permitir una variación del tono vocal mientras hablamos.

 

Consejo: dejar que el abdomen y la caja costal se muevan libremente. Sentir como se eleva el abdomen en cada inspiración.

 

Consejo: dejar reposar la voz junto con el resto del cuerpo. La voz también necesita sus momentos de descanso a lo largo del día… ¡Debemos cuidarla!

Consejo: intentar no gritar, para ello utilizar claves no vocales como palmas, acercarse a la persona en cuestión, tocar el timbre… No hablar en ambientes ruidosos o demasiado grandes.

 

Por: 

Águeda Gayol Fernández

Logopeda de Ciprea Integral

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