El Covid-19 ha marcado un antes y un después en todos los niveles. En lo familiar, lo laboral, lo social, lo individual… todos hemos tenido que enfrentarnos a esta situación que ha supuesto un reto en más de un aspecto.  Ahora parece que por fin vemos la luz al final del túnel. Si todo va según lo esperado, las medidas se irán sucediendo e iremos gozando con cada tramo de un poco más de libertad.

No por ello esta situación es más fácil que la que acabamos de vivir, es decir, el reincorporarse a la vida normal y a las rutinas que teníamos antes de la cuarentena, también nos suponen un reto que debemos afrontar de la mejor forma posible. 

Es probable que algún miembro de la familia esté feliz de poder salir a la calle, otros pueden estar con miedo de contagiarse, o de que la situación vuelva a empeorar, y otros pueden estar tristes de terminar con esta convivencia forzosa que ha unido a tantas familias que antes no tenían el tiempo para estar juntos y disfrutarse. Lo importante no es que todos lo vivamos de la misma manera, sino que cada uno sea capaz de afrontar su propia vivencia y sus propias emociones, de forma que no sean éstas las que tomen el control.

A continuación os vamos a dejar algunas pautas para lograr que esta situación sea más sencilla de afrontar, y que todos contemos con herramientas que nos permitan superar el desconfinamiento de la misma manera, o mejor, a como hemos superado la cuarentena: 

  1. Hablar de lo que supone para cada uno

Como sabemos que cada persona está viviendo esta situación de una manera diferente, es importante que cada uno decida expresarlo, ponerle palabras. Mientras algo no tiene palabras, no podemos enfrentarnos a ello, y a menudo, esa sombra nos domina porque no conocemos lo que hay detrás. Una vez que lo expresamos, le damos una forma y una dimensión, y eso hace que sintamos que tenemos más herramientas y recursos para hacerle frente.  Ya sea miedo, temor, ganas, ansiedad, preocupación… sea cual sea la emoción, es importante que la normalicemos y que la aceptemos. La situación actual es muy compleja  y eso da pie a un sinfín de emociones.

Las emociones solo son indicadores de que algo está pasando en nuestro interior, no son buenas ni malas y por tanto, no hay que luchar contra ellas, sino dejarlas entrar, escucharlas y hacerles el caso que se merecen, y después, dejar que se vayan. 

El verdadero reto reside en reconocer las emociones propias y no volcarlas directamente sobre el que tenemos más cerca. Se debe trabajar el autocontrol y la empatía, ya que todos nos encontramos ante la misma situación de incertidumbre y angustia.

 

  1. Aceptar la realidad de cada etapa

Antes de enfrentarnos a esta pandemia, jamás se nos habría ocurrido imaginar que algo así podría pasarnos. Esto nos sirve como una lección de humildad para darnos cuenta de cómo los planes pueden cambiar sin darnos cuenta y que en muchas ocasiones no está en nuestras manos hacer nada. En estas situaciones, lo único sobre lo que todavía tenemos poder de decisión es acerca de cómo queremos vivir cada circunstancia que nos toca y con qué actitud queremos enfrentarnos a ello.

Ahora, mirando de frente las medidas que el Gobierno ha tomado, podemos plantearnos cómo queremos hacerlo. Por un lado, recomendamos aceptar que ésta es la realidad que nos está tocando vivir. Esto va a pasar y no siempre nos sentiremos de la misma manera. Probablemente al principio sea raro, iremos con miedo y con precaución, pero todo pasará y retomaremos la vida normal.

Por otro lado, tenemos que asumir y convivir con la ambivalencia que esto puede producirnos. Ganas de libertad vs prudencia; miedo vs ilusión de ver a gente querida; exponernos de forma responsable vs seguir en casa, con lo positivo y lo negativo… Al igual que con las emociones, si luchamos contra esta ambivalencia, nunca ganaremos. Tenemos que darnos tiempo para hacer el proceso de cambio, y dejar que los demás hagan el suyo propio.

 

  1. Evitar los bucles de pensamiento negativos

Muchas veces nos parece imposible dejar de pensar en todo lo que podría salir mal, y es que realmente, cuanto más nos esforzamos por no pensar algo, más fuerza le damos.

Hay una leyenda que dice:

“Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla que ocurre en el interior de las personas.

Le dijo: “hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros. Uno le da importancia a la ira, al miedo, a la envidia, a la tristeza, al resentimiento… El otro, le da importancia a la alegría, la paz, al amor, la esperanza, la humildad, la bondad, la empatía…”

El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo: “¿Qué lobo gana?”

El viejo Cherokee respondió: “Aquél al que tú alimentes”

¿A qué cosas le vas a dar importancia tú ahora? Elige a qué lobo quieres alimentar, para dejar que sea eso lo que crezca en tu interior. Para ello, nútrete de cosas que sepas que alimentan al lobo que tú has escogido. Haz dieta de información (solo 10 minutos al día de noticias), céntrate en las experiencias positivas de tu alrededor, realiza actividades que sean placenteras para ti, empieza poco a poco y no te auto exijas metas para las que no estás preparado/a en este momento.

 

  1. Mantener las rutinas que nos han ayudado y todo lo que hemos adquirido esta cuarentena

Durante este tiempo hemos tenido que reinventarnos y encontrar hobbies nuevos, maneras diferentes de sentirnos unidos a la gente querida, otras formas de relacionarnos con nuestra familia. Hemos podido aprender a pintar con acuarelas, a armarnos de paciencia para montar un puzzle gigante, a comunicarnos de forma asertiva y efectiva con nuestra pareja, a pasar con nuestros hijos el tiempo que habitualmente no teníamos, a cocinar… cada uno ha tenido que desarrollar unas herramientas diferentes para sobrellevar la cuarentena y ahora que nos toca volver a salir de casa, es bueno que no dejemos que este cambio eche por tierra las cosas positivas que hemos logrado.

Tratemos de mantener todo aquello que hemos aprendido, intentemos dedicar un rato al día a tener una conversación de calidad con mi familia y amigos, o tener momentos de autocuidado, de tal manera que podamos contar que el coronavirus dejó una huella positiva en nuestras vidas.

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