Parece que en la profesión de padres va incluido el preocuparse por los hijos, es algo innato y normal, pero no todos los padres se preocupan con la misma frecuencia o intensidad, y desde luego, no todos los padres se preocupan por lo mismo.

En padres de niños neurotípicos existen unas cuantas preocupaciones típicas o frecuentes: ¿se alimenta bien?, ¿se harán daño?, ¿se acordará de lavarse los dientes?, ¿estará usando demasiado la Tablet?, ¿es feliz?… Sin embargo, cuando tu hijo tiene TDAH (trastorno de déficit de atención e hiperactividad), TGD (trastorno generalizado del desarrollo), TEA (trastorno del espectro autista), TPS (trastorno de procesamiento sensorial), dislexia, discalculia, DI (discapacidad intelectual) … es muy probable que las preocupaciones sobre tu hijo sean mayores, y este miedo puede llegar a ser un estorbo y suponer mucho agotamiento a nivel psicológico en su crianza. No podemos pretender dejar de preocuparnos en absoluto, porque va intrínseco en las labores paternales, pero si debemos aspirar a reducir nuestros miedos a un nivel funcional, es decir, que nos permitan vivir relativamente tranquilos.

Por ello es importante que nos planteemos cuáles son los aspectos que más afligen a estos padres y que juntos podamos aprender la manera más productiva de manejarlas.

No quiero que le cuelguen la etiqueta de….

Por un lado, nos da miedo que los demás utilicen el diagnóstico de nuestro hijo para identificarlo, y que nuestro hijo pase de ser un niño a ser una etiqueta, de tal forma que cualquiera que sepa que “Fulanito tiene TEA”, ya no necesita saber nada más, y le baste la etiqueta para sentir que conoce a Fulanito. Podemos temer que, reconocer a los profesores, monitores o entrenadores las necesidades de nuestro hijo sirvan para etiquetarlo. También podemos temer que al hablar con nuestro hijo de sus dificultades parezca que nosotros también lo etiquetamos.

Cómo gestionarlo: debemos plantearnos el diagnóstico no como algo que limite a nuestro hijo sino como algo que le ayude a conseguir los apoyos que necesita. Además, podemos hacer algo positivo con ese diagnóstico, convertirlo en algo que llevemos con orgullo porque en parte hace que nuestro hijo sea como es y puede llegar a ser incluso inspirador para ptras personas que se enfrenten am esas mismas dificultades.

No sé si será capaz de labrarse un futuro

Aunque es un miedo compartido entre todos los padres, si tu hijo percibe, aprende y piensa diferente, entonces probablemente sea mayor en ti. Te inquietarás por su capacidad para adquirir nuevos hitos y aprendizajes, por si independencia, por que pueda conseguir un trabajo y mantenerlo, por que pueda hacer amigos en los sitios a los que vaya….

Cómo gestionarlo: no hagas grandes anticipaciones, céntrate en cómo puedes ayudar a tu hijo en este momento de su ciclo evolutivo y de su ciclo vital. Si tu hijo acaba de nacer no vale la pensa preocuparse por la adaptación al colegio, sino que es el momento de valorar si llevarle a atención temprana o no. Si tu hijo tiene 12 años no vale la pena pensar en como se desenvolverá a la universidad

Me preocupa la autoestima de mi hijo

La autoestima no es solo quererse a uno mismo y punto, sino que tiene que ver con el grado en el que nos sentimos capaces y autónomos. Las demandas del colegio pueden superar las capacidades de nuestros hijos, y en este sentido necesitar ciertas ayudas o adaptaciones porque las cosas les resultan más difíciles y les requieren más tiempo que a otros niños. Estar sometido a un reto constante, y tomar conciencia de que a otras personas no les cuesta tanto como a ti puede cuestionar tu valía personal y hacerte sentir pesimista a cerca de tus habilidades.

Cómo gestionarlo:

Todo lo que concierne al colegio se le va a hacer cuesta arriba

Hacer amigos, estar integrado en una clase, las tareas, los exámenes… Puede inquietarnos el cómo nuestro hijo va a enfrentar todo esto

Como gestionarlo: es de personas inteligentes utilizar los recursos que tenemos nuestro alcance. La mejor manera de ayudar a nuestros hijos en el colegio es tener una relación positiva con la escuela, sus profesores y su orientador educativo, que la comunicación sea lo más fluida posible y que tengamos la certeza de que nos entienden y hay un plan conjunto claro para abordar las necesidades tanto académicas como sociales del niño.

No sé su puedo darle lo que el necesita

“no se si esto le ayuda o lo estoy empeorando”, “como sus capacidades no son normativas no se si le pido demasiado o demasiado poco” … Al no ser psicólogos, logopedas, neurólogos o terapeutas ocupacionales podemos dudar de nuestra propia capacidad para ayudar a nuestro hijo.

Como gestionarlo:  Claro que puedes ayudar a tu hijo, y prueba de ello es que estás manos a la obra leyendo esto. Uno no tiene por qué tener todas las respuestas desde el principio. Se trata de ir poco a poco, a través de ensayo y error comprobando lo que nos funciona o no sentirse culpable si hay cosas que no funcionan.

 

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