bebe

 

Ser padres primerizos es una de las situaciones donde aparecen con fuerza miedos e inseguridades. ¿qué hacemos ahora? ¿porqué llora nuestro bebé? ¿estamos haciendo algo mal? nos llenamos de un sin fin de consejos de nuestra madre, abuela, la tía paca o la vecina que tuvo siete hijos y no se le escapa una, por no hablar de millones de libros de autores impronunciables donde en unos dicen una cosa y en otros otra completamente distinta.

En este artículo, se pretende introducir una reflexión sobre la educación como un elemento facilitador para que el bebé pase de un contexto prenatal, donde ha estado bien protegido, cuidado y calentito a otro contexto donde se abre un mundo nuevo, maravilloso e inexplorado, pero con personas que han de interactuar con él y que no tienen ni la más remota de idea de como hacerlo «perfecto».  Sin pretensiones de establecer criterios para «hacerlo perfecto»,  se detalla a continuación algunas bases para entender de lo que estamos hablando.

El recién nacido, es un ser humano bien estructurado. Su sistema nervioso no está imperfecto, sino bien desarrollado y funcionando «a toda máquina», incluso se habla que en el bebé ya caben algunas experiencias previas a su nacimiento que se graban en su memoria. Esto es lo que se llama «impronta», donde aparece el sonido de la voz de su madre, olores y algunos sonidos.  El bebé está preparado para absorber todo aquello que sucede a su alrededor, es una verdadera «máquina de aprender».

Como explicaba antes, es muy normal que tras el nacimiento de nuestro bebé, aparezcan un montón de personas bienintencionadas a dar un arsenal de consejos sobre el cuidado del mismo: «pues tú eras muy movido y solo te calmaba ponerte boca abajo», «a tu hermana solamente se la dormía si se le ponía el chupete» «fíjate como abre la boquita, eso es que tiene hambre». Sin ánimo de criticar estos ejemplos, ya que no cabe ninguna duda que probablemente han funcionado, hay que entender que cada embarazo produce una «personita» y como tal, no hay dos bebes iguales, aunque es importante resaltar que cada recién nacido tiene las mismas necesidades básicas que deben ser satisfechas para asegurar un sano desarrollo físico y psicológico.

Según Ashley Montagu, para que un niño se desarrolle como un ser humano sano, necesita amor, amistad, sensibilidad, pensar correctamente, saber aprender, trabajar, organizar, curiosidad, sentido de asombro, juego, imaginación, creatividad, apertura mental, flexibilidad, mente experimentadora, explorar, adaptación, sentido del humor, alegría, risa y llanto, optimismo, honestidad y confianza, inteligencia compasiva, baile y canto.

Junto a estas necesidades que propone el autor,  tras muchas publicaciones, los principales expertos señalan que el recién nacido tiene al menos cinco necesidades básicas:

1. Necesidad de contacto directo con la madre: Que duda cabe que esta necesidad de contacto es a priori recibir una fuente de alimentación necesaria para su subsistencia, pero no hay que desestimar otras variables igualmente importantes, y es que el bebé nace a un mundo completamente nuevo y deberá descubrir de cero este mundo. Por ello, necesita ir «despertando» sus sentidos e ir poco a poco descubriendo lo que le espera. Que mejor manera de hacerlo que tomando como punto de referencia lo que durante estos nueve meses le ha ido acompañando en su crecimiento intrauterino, su madre. En segundo lugar, es fundamental para que empiece a sentirse aceptado como hijo/a y establecer una relación preferencial con su madre, donde se establecerá una forma de comunicación que será el modelo para establecer una comunicación humana posterior. Esta forma de comunicación, es ahora a través del movimiento, la vista, la sonrisa y el llanto.

2. Necesidad de integrar los ritmos biológicos:  Quizás es lo que más nos cuesta como padres. Los bebés nacen con sus propios ritmos biológicos, no los nuestros. Eso quiere decir que no siempre nos viene bien lo que el niño pueda necesitar y a veces pensamos que debemos educarle con nuestros hábitos para que «no moleste».  Esto se traduce en que el bebé debe recibir leche cuando esté verdaderamente hambriento y debe poder dormir cuando lo necesite. En muchas maternidades, los horarios son fijos y no consideran los horarios particulares a sus madres a la misma hora, un horario que es establecido por gente externa a la relación madre-hijo. Esto representa una violenta interferencia en la capacidad del niño de gobernar su ritmo de sueño y hace que le cueste mucho más sincronizarlo según sus necesidades internas. Estas primeras experiencias pueden sembrar las semillas de posteriores dificultades para ajustarse al ritmo solar. La perturbación del sueño puede producir reacciones negativas en el ambiente hogareño y una relación difícil entre el niño y sus padres.

3. Necesidad de orden: Antes hablamos de la necesidad del niño de tener un marco de referencia para su nueva vida. Cuando nosotros aprendemos a manejarnos en nuevos ambientes, necesitamos ir poco a poco, desde lo conocido hasta lo más novedoso. Los bebés no son una excepción, necesitan ir poco a  poco entendiendo los nuevos ambientes, por eso es importante dotarles de unas pautas, una rutina,  por ejemplo, es importante determinar donde el niño será alimentado, cambiado, pesado… Estas actividades repetitivas pronto se convierten en puntos de reunión que promueven el desarrollo de una relación con las personas más cercanas (padres y cuidadores) y la oportunidad de familiarizarse con el ambiente.

4. Necesidad de espacio para ver y moverse sin restricción: Los recién nacidos, habitualmente son puestos en cunitas muy pequeñas o son tapados para inhibir sus movimientos, con la noción errónea que de esa forma no se hacen daño o la creencia también errónea que así se sienten protegidos. Es por eso por lo que las camas de los recién nacidos son pequeñas y rodeadas de barrotes  u otros materiales que interfieren con la libre visión del ambiente. El recién nacido es muy atento y capaz de concentrarse. Necesita enfocar los ojos en objetos de la habitación sin la interferencia de los barrotes de la cama. En el útero materno, el feto está siempre activo, usando su cuerpo y extremidades a voluntad, moviéndose, probando, interactuando con lo que tiene delante. Una vez nacido, el bebé  también quiere moverse como lo hacía en el útero, y si ya de por sí va a moverse  muy lentamente, imaginemos lo poco que podrá moverse si no le facilitamos el movimiento:  camas pequeñas y  vestidos apretados, que aunque muy bonitos son incómodos a la hora de realizar movimientos. Para poder reforzar las destrezas motoras del bebé, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar acerca de la incapacidad de movimiento del recién nacido.

5. La necesidad de explorar el nuevo ambiente con todos los sentidos. A pesar de que un recién nacido debe dormir un gran numero de horas, un bebé es un ser humano activo y alerta y necesita también interactuar con lo que le rodea. Hay que entender que desde el primer momento de la gestación, el feto está inmerso en una riqueza sensorial significativa, con sus patrones de sueño, por supuesto. Por eso, una vez nacido, el bebé no debe limitarse a «tener que dormir, comer, defecar u orinar», sino que es un momento de enorme bombardeo de estímulos y desgraciadamente, a veces este período es un período de privación sensorial que los hace aburrirse y llorar para que les presten atención. Usualmente nuestra respuesta es poner algo en su boca,  ya sea el pecho, o un chupete, porque imaginamos que un ser humano tan pequeño sólo podría estar pidiendo satisfacción oral. No es así, los bebés tienen un gran cerebro y están muy interesados en escuchar voces humanas y música. Les encanta poder ver cualquier objeto que les rodea, muñecos, colores vivos, objetos con movimiento, árboles,  y otras cosas en el ambiente pero si se les da un techo blanco, insuficiente luz y su visión está interferida, se aburrirá.  En este punto, me gustaría tranquilizar a los padres, puesto que no se trata de proporcionar la última tendencia en juguetes súper estimulantes o estar todo el rato trayéndole muñecos de peluche o cambiando de lugar al bebé, solamente es tomar consciencia de lo que es un recién nacido y que  con amor inteligente, se ofrezcan experiencias valiosas a los niños.

Este es el significado de la educación como una ayuda a la vida.

Juan José Carral Hernández

Director, Psicólogo General Sanitario y formador en  Clínica Ciprea.

Especialista en adultos, Terapia de Pareja y Familia

 

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