En el artículo de hoy, me gustaría comenzar con el siguiente ejercicio…

“Cierra tus ojos, e imagínate por un momento que eres arrítmico y que no te gusta bailar, y a esto, añádele, que resulta fundamental en la vida de todo ser humano saber bailar sevillanas.

Un día tras otro, de lunes a viernes y de viernes a domingo, te exigen practicar el baile durante horas y horas, tu alrededor se muestra preocupado por tu falta de coordinación, te preguntan, y no dejan de compararte con los mejores bailares de tu clase o incluso casa.

Diariamente practicando las sevillanas, y aunque le dedicas más horas que el resto de tus iguales, cuando llega el final del curso, aún vas por la segunda y ellos ya han llegado a la cuarta…

Caminas dos pasos hacia atrás, para coger impulso, te esfuerzas más, pero tu resultado no varía. Y lo que es peor, empiezas a pensar que tu valor como persona se rige con un medidor que solo incluye dos opciones totalmente opuestas, si bailas bien o mal, y sientes que a los de tu alrededor solo les importa como bailas las dichosas sevillanas…

Puede parecer la hipotética situación más absurda que hayas leído en estos últimos días, pero utiliza de nuevo tu imaginación, ¿cómo crees que sería tu vida si en lugar de ser arrítmico y no saber bailar bien, lo que se te da mal es leer, y, por lo tanto, estudiar?”

Aquí ya empieza a cobrar sentido la situación anterior.

 

Comienza la época de exámenes, el fin de los trimestres y cuatrimestres y las evaluaciones finales del curso, y esto implica todo un reto para el alumnado, pero estudiar con dislexia, supone un desafío superior en comparación con la media del resto de la población, ya que, si nos paramos a analizar el formato de los temas de los que están compuestos las distintas asignaturas, el formato texto es el que predomina.

 

 La dislexia, es un trastorno neuropsicológico, específico y persistente, caracterizado por la dificultad para adquirir (ruta fonológica) y/o desarrollar (ruta visual) la habilidad lectora, sin que exista otra causa que explique la razón de ésta dificultad.

Acorde, con el manual diagnóstico DSM-5, dentro de los trastornos específicos del aprendizaje, la dislexia, se usa como termino alternativo para referirnos a un trastorno específico de la lectura que generalmente afecta a la precisión o decodificación de las palabras, a la velocidad o fluidez de la lectura, o a la comprensión lectora.

Para entender la dislexia, es imprescindible conocer las dos rutas principales que presenta el lenguaje:

Para poder leer, utilizamos las dos rutas. El fallo en alguna de las rutas o en ambas produce un tipo de dislexia u otro.

La forma más común para diferenciar el tipo de dislexia es la propuesta por Cabrera 2010, quedando de la siguiente manera:

Ésta última, a la cual vamos hacer referencia en este artículo, se divide en tres:

Caracterizada por dificultades perceptivos-lingüísticos o de procesamiento fonológico por lo que presentan déficits en la conversión grafema-fonema a la hora de acceder al léxico de la palabra. Esto limita la discriminación, segmentación y manipulación de los sonidos del habla, entorpeciendo su relación con las letras.

Caracterizada por el predominio de la ruta fonológica por las dificultades en el uso de la ruta visual o del almacén léxico-ortográfico. Lo que permite un reconocimiento directo de las palabras sin necesidad de decodificar una a unas las letras, así como, la escritura precisa de palabras con ortografía arbitraria.

Con dificultades en ambas rutas anteriores. Esto suele producir errores semánticos, a veces leen palabras que no están escritas y no tienen ningún parecido visual, pero si lo tienen a nivel semántico. Es la forma de dislexia más común entre los escolares.

Fortalezas y debilidades en niños con dislexia:

  Dislexia fonológica Dislexia visual
Fortalezas Leen muy bien las palabras que ya conocen No presentan dificultades en la lectura de pseudopalabras (palabras inventadas, sin significado)
Debilidades Dificultades a la hora de leer palabras largas y poco frecuentes

En la lectura de pseudopalabras

Dificultades a la hora de leer palabras irregulares.

Errores de omisión, adición o sustitución de letras.

 

Por lo tanto, como hablábamos en el inicio del artículo, una de sus consecuencias donde muchos papas y profes observan una mayor afectación, es en el ámbito académico. Si bien es cierto, estos niños necesitan mucho más tiempo y esfuerzo para realizar todas aquellas actividades escolares que implican la lectoescritura (como, por ejemplo, hacer un resumen, leer un libro, etc.). Pero todo esto, no significa que no sean capaces de realizarlo puesto que su capacidad intelectual y el resto de habilidades necesarias para la lectoescritura se encuentran intactas.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos o alumnos con dislexia a estudiar?, aunque hablaremos de esto en otro artículo, podemos adelantar que los primeros pasos van dirigidos hacia padres y profesores de nuestros menores, y consisten en: no dar tanto valor  a las notas académicas cuando sabemos que el resultado no se corresponde con el esfuerzo; el aplauso, el refuerzo y la admiración no deben de tener una relación directa con las calificaciones en una materia, sino con el interés, el trabajo y la evolución individual; reforzar los aspectos positivos del niño y sus capacidades; mantener una comunicación asertiva en todo momento; ser pacientes y fomentar la empatía. Sin estos pasos previos, resulta muy complicado ayudar a un niño en su desarrollo académico.

¡Y recuerden el enorme poder que tienen las palabras, si te hacen creer que eres un genio te motivas tanto que terminas siéndolo!

 

Por Alicia Pozuelo Arana

 

 

 

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