La navidad está repleta de elementos entrañables: la risa de los niños, al calor de la familia, las luces, los regalos, el belén…, que, por desgracia, en la mayoría de las casas se entremezclan con elementos no tan entrañables: al alcohol, los malos recuerdos, a veces viejas rencillas, los que ya no están… A veces es difícil pasar una Noche Buena
No es casualidad que los temas más comunes y populares en las cenas navideñas sean a la vez los más conflictivos: la política, la religión, la educación… Estos temas tienen la capacidad de exacerbar cualquier discusión, ya que provocan un sentimiento de pertenencia y de grupo, y tanto poder tienen para unir a las personas como para desunirlas.
La gente se une según su ideología política, creencias religiosas etc., desgraciadamente, cuando nos juntamos en grandes reuniones familiares aumenta la probabilidad de que haya personas en desacuerdo, con esto y el poder desinhibidor del alcohol la discusión está servida. Además, es común también que exista en cada familia un familiar especialmente interesado en política y especialmente conflictivo: no solo saca el tema, sino que también lo hace con un comentario que pretende ser provocador. Si bien estos temas de conversación son interesantes, también lo es que rozan lo emocional y hay que poner límites y cortar la conversación, sobre todo si se perciben alusiones personales o salidas de tono.
Siempre hay que tener en cuenta en estas fechas que aunque vivamos acontecimientos que realmente nos enfadan. Debemos mirar alrededor y valorar si merece la pena “montar el pollo” o armar una discusión si la familia en general está teniendo una velada agradable.
A menudo, las Navidades son un momento para reabrir los duelos pasados y recordar a las personas de la familia o amigos que han fallecido ese año o años anteriores. A veces se puede temer que hablar del tema nos vaya a “amargar la fiesta” y se termina convirtiendo en un tabú, sin embargo, nada más alegado de la realidad. En muchas ocasiones son varios los que se acuerdan del mismo familiar y hablarlo, compartir los recuerdos positivos de navidades que pasamos con él o ella o sencillamente hacer referencia a esa persona en un brindis o una oración ayuda a hacer explícito y validar lo que la familia está sintiendo, relaja y da un sentimiento de unidad.
Otro clásico es el tío Rodolfo, otro año más acercándose a darnos conversación con la misma pregunta incomoda de todos los años “¿todavía sin trabajo?”, “¿y tú cuando te vas a echar novio?”, “¿bueno, cuando me vais a dar un sobrino?”, “¿y vosotros… la boda… para cuándo?”, sería muy adecuado que tengamos una respuesta comodín preparada para esta situación que podemos prever de antemano, por ejemplo “esta respuesta me resulta un poco incómoda… pero si quieres podemos hablar de…”, una respuesta que nos encaje a nosotros y nos haga sentir cómodos. Uno no está obligado a contestar si no quiere hacerlo, pero tampoco es bueno responder de forma agresiva “¿y tú funeral qué, para cuándo Tio Rodolfo?”.
Muchos de los familiares con los que nos reunimos en Navidad los vemos solo en acontecimientos muy puntuales, no merece la pena que nos enfademos con ellos y pasemos una mala noche, además en muchas ocasiones no hacen preguntas o sacan temas con mala intención, lo que ocurre es que ellos no te conocen tan bien como tus familiares cercanos y no conocen igual que ellos cuáles son los temas que pueden hacerte sentir incómodo, en necesario que se lo indiquemos.
A continuación, se explican las cinco claves fundamentales para salir airoso de aquellas preguntas incómodas que antes se han mencionado:
- Hacer referencia a la pregunta: “Qué pregunta tan interesante”, “¿tú con qué edad te casaste?”, “¿por qué te interesa este tema?”, “¿cómo decidiste que querías ser padre?”, “¿qué respondiste tú en su momento cuando te plantearon este asunto?”.
- Deriva la atención hacia otro tema: “mira ya viene la comida”, “¿te apetece cantar un villancico?”.
- Alaba el tema de conversación, pero pon límites.“Este tema es muy interesante, te contestaré cuando tenga una respuesta a la altura”, “Qué curioso, eso nos lo pregunta todo el mundo”.
- Aplaza la respuesta. “luego te contesto, que ahora tengo que ir a ayudar a trinchar el pavo”.
- Pasa de lo particular a lo general.Por ejemplo, si tu tío te pregunta cuándo vas a tener hijos, siempre puedes contestarle con algo similar a: “Hoy en día la gente cada vez tiene hijos más tarde. Y la crisis no ayuda”.
Irene Alonso Martínez
Psicóloga General Sanitaria y formadora en Clínica Ciprea.
Especialista en infancia, adolescencia y Terapia de Familia
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