Dejamos atrás abril.
Durante este mes, han sucedido acontecimientos especialmente duros e insospechados inicialmente tras la llegada a nuestras vidas de este nuevo virus, nuevos infectados, nuevas muertes, mas tragedias…
Este virus, está sacudiendo todos los cimientos construidos por este estado de bienestar, presente desde hace décadas en el llamado «primer mundo». En nuestra sociedad, caracterizada por ignorar el sufrimiento o al menos «meterlo debajo de la alfombra», para centrarnos exclusivamente en nuestro placer, nuestros derechos y el falso mantra de «yo puedo controlarlo todo», creencia centrada en nuestro ritmo de vida de trabajo, amigos, ocio… ignorando el sufrimiento real y crudo que el mundo a diario nos ofrece.
Las muertes, el dolor de las familias, el sufrimiento del enfermo, la impotencia de los profesionales sanitarios, reflejan sin embargo, un mundo que no podemos controlar, un futuro que no es el que nos habíamos programado, una ausencia de control llevada a cabo por un enemigo invisible que ataca sin que podamos defendernos. Un mundo crudo y terrible, que sigue girando y que incluso refleja una belleza y brilla en cuanto los seres humanos hemos «parado» estos dos meses, reflejando unas bellísimas imágenes en ausencia de contaminación, con unas fotos verdaderamente preciosas que podemos ver en internet.
¿Hay algo bueno de todo esto? sin duda. Es el momento en el que tenemos que darnos cuenta que efectivamente, no podemos controlar nada, ni alrededor nuestro, ni siquiera nuestro cuerpo. Es el momento en que debemos abandonar ese control de todo lo que nos rodea, para fijar el control en nuestros pequeños pasos, en ocuparnos en lo que tenemos justo delante, lo inmediato, lo importante: familia, amigos, afecto… ¿cuantos de nosotros hemos tenido que parar en este tiempo y darnos cuenta de lo que podemos perder de verdad? ¿cuantos de nosotros hemos estado sin dormir o llenos de ansiedad pensando en que nuestros trabajos peligran y, como un resorte nos ha venido la punzada de tranquilidad y también de culpabilidad al ser conscientes de que nuestros seres queridos están bien? eso es lo que podemos ver aquí y ahora. Estamos bien, podemos seguir, tenemos a gente que queremos.
Si hay amor, hay esperanza. Si la parte afectiva del ser humano está latente, podemos tirar hacia delante, ¡tenemos lo más importante!
Ahora empieza a haber noticias de desescaladas, de volver a la «nueva normalidad» y realmente, ¿como queremos vivir esa nueva normalidad? ¿volviendo a esquemas anteriores o centrándonos en una «nueva normalidad» con renovados esquemas, valorando lo importante de verdad y construyendo, pasito a pasito nuestro estado de bienestar, siendo conscientes de que ese estado se da por añadidura. No podemos olvidar que el organismo más simple de toda la creación, ha diezmado al ser humano, lo ha puesto contra las cuerdas. ¿lo derrotaremos? sin duda, pero… ¿que nos ha regalado ese organismo? valorar lo más importante, lo que menos controlamos de todo pero está presente en nuestra vida, hasta tal punto que la daríamos sin dudar, el amor a nuestros seres queridos.
Quedémonos con esto y vayamos a por el siguiente peldaño.