Una realidad que nos estamos encontrando los terapeutas infanto-juveniles y algunos padres en las últimas semanas, es la reticencia por parte de muchos niños de salir a la calle. Se trata de una reticencia que en un principio estaba solo en sus cabezas, pero ahora, con las medidas de desescalada y la posibilidad de salir a la calle, los niños comienzan a mostrar los miedos que guardaban. Nadie habla sobre ello porque es una batalla que se libra en la intimidad de los hogares, y porque a los padres les puede parecer algo tan raro que no les va a pasar al resto de los niños, pero sí.

Hasta ahora, los niños sabían que en casa se encontraban seguros, pero toda la narrativa construida alrededor del coronavirus comienza a pasar factura cuando se trata de salir a calle.  En muchos hogares el coronavirus se ha convertido en poco menos que el coco o el hombre del saco y es natural, por otro lado, dado el enorme impacto personal, social y económico en muchos hogares.

Durante estas semanas de cuarentena nos hemos enfrentado a la ardua tarea de hacerle comprender a nuestros hijos que no pueden salir a la calle y deben quedarse en casa. Esto ha sido complicado, porque cualquier padre comprende la necesidad de su hijo de desfogarse, que le de el aire y jugar en el exterior, pero ¿cómo explicarle que no se puede? Para ello se ha recurrido a veces al recurso del miedo, quizás por lo modelos que tenemos en nuestra cabeza sobre cosas que hemos oído a nuestros propios padres “si no te duermes va a venir el hombre del saco y te va a llevar”, “como no te acabes el puré va a venir el coco”.

Durante este mes y medio hemos podido ser testigos de la angustia de nuestros hijos, aunque a lo mejor no nos hemos dado cuenta, porque se manifiesta de formas muy diferentes dependiendo de la personalidad de cada niño (algunas formas son más evidentes y otras menos). Nos han podido manifestar que tenían pesadillas o terrores nocturnos, quizás dolor de tripa o de cabeza: los hemos podido ver agitados o con dificultades para dormirse… Pero también es posible que hayan estado más rebeldes o desobedientes, o por el contrario que hayan demandado estar más cerca de nosotros que de costumbre, deseando el contacto físico y en ocasiones suponiendo un agobio para nosotros.

Algunas de las preocupaciones o ideas que hemos visto en los niños durante estos días son las siguientes:

– Idea de que algo muy malo está sucediendo fuera de casa, por toda la ciudad. Tendencia a personalizar al coronavirus, bien como un monstruo que recorre las calles y mata a todas las personas que encuentra y atrapa (incluidos papá y mamá si les pillara cuando salen a hacer la compra), o bien como un bichito igualmente maligno, pero de un tamaño tan pequeñito que podría colarse por debajo de la puerta de casa y dañar a la familia.

 – Fuera de casa hay una cruenta guerra contra el coronavirus que estamos perdiendo (idea encontrada con más frecuencia en niños varones) y en la que no solo están luchando los médicos, sino también los policías y los soldados que han visto en la tele. Para dar ánimos a todos los “héroes” de guerra, salimos a aplaudir todas las tardes a la ventana.

– Idea angustiosa de que al final, el coronavirus puede acabar matándonos a todos y no hay nada que pueda hacerse para evitarlo.

¿Cómo han terminado los niños pensando todo esto sobre el coronavirus? En parte porque la mente de los niños es super creativa, y cuando no comprenden algo o reciben información a medias la rellenan y completan con sus propias fantasías, pero también porque le manejo que hemos estado haciendo como adultos de la información sobre la situación actual probablemente no haya sido el adecuado. De alguna manera hemos dejado pasar o hemos contribuido con nuestros mensajes a una narrativa en la que el coronavirus aparece como una enfermedad destructiva e incontrolable.

Afortunadamente esta visión que los niños tienen del coronavirus de puede modificar si tomamos las medidas adecuadas.

Como decíamos, los niños necesitan tener una explicación de la situación actual, porque el cambio de rutinas tan grande va a hacer que necesiten encontrarle un sentido a todo lo que está pasando (no ir al colegio, no poder ver a familiares o amigos, no salir de casa). La explicación ha de ser completa, pero adaptada a lo que ellos puedan procesar. No darles más información de la necesaria, no es necesario entrar en detalles. Ha de ser veraz pero no contribuir al miedo ¿cómo hacer esto? El mensaje que le debemos dar debe contener algunas ideas fundamentales:

  1. El coronavirus es una enfermedad, ni un bicho, ni un buchito ni un monstro. Utilizando este término evitaremos que lo conviertan en un personaje e inventen cuentos o fantasías con él.
  2. La enfermedad se pega muy fácilmente, por eso la gente lleva mascarillas y nos lavamos las manos. Por eso no vemos a los amigos o a la familia.
  3. Hay mucha gente malita en el medico, y no nos podemos poner todos malos a la vez porque los médicos se cansan de ayudar a muchas personas, así que para ayudarles nosotros a ellos nos tenemos que quedar en casa
  4. Como están trabajando mucho y ayudando a mucha gente les aplaudimos porque los están haciendo muy bien.
  5. Cuando vaya habiendo cada vez menos gente mala podremos salir a la calle de a poquitos. Aunque todavía no podemos juntarnos con otras personas. Los médicos nos van a decir cuando podemos hacer eso.

Debemos procurar que reciban la información de nosotros. SI nosotros nos podemos informar a través de periódico online o ver las noticias en el móvil con cascos, mejor. Poner el telediario en el salón, hablar sobre esto con nuestra pareja, por teléfono en la misma habitación en la que están los niños, o reproducir los videos que nos mandar por wasap en alto, hace que a nuestros hijos les llegue información que quizás no deberían escuchar porque no la pueden comprender ni está formulada u orientada para ellos.

Los niños encuentran sus propias formas de procesar todo lo que está pasando, fundamentalmente el juego y el dibujo. Son elementos a través de los cuales los niños se expresan y “mastican” todo lo que les ocurre, por ello es muy importante que permitamos que los niños jueguen de forma libre estos días, sin dirigir nosotros el juego, permitiéndoles tener a mano cualquier elemento que puedan necesitar, sin censura y con tiempo y espacio suficientes. Se ha de alcanzar un equilibrio entre realizar tareas escolares, ocio educativo y también incluir tiempo en el horario para jugar de forma espontánea. Encontraremos probablemente que comienzan a jugar a médicos, al confinamiento, al coronavirus u otras temáticas relacionadas. No debemos tener miedo a que jueguen a estas cosas, no se ha de corregir, y si se quiere participar de forma activa en el juego se puede hacer también contribuyendo a que las historias tengan un final feliz. Igualmente podemos fomentar el dibujo libre que es otra forma de elaboración de las cosas importantes que les ocurren en la vida.

SI pese a hacer todo esto el niño o niña no quiere salir a la calle se recomienda que se le de un margen hasta que la narrativa de seguridad se asiente, y que se le proponga bajar poco a poco, para que vea que el ambiente de fuera es seguro. Un día bajar hasta el portal otro salir del portal, otro dar unos cuantos pasos por la calle, dar una vuelta a la manzana etc. Cuando se encuentre cómodo con el paso en el que está será el momento de pasar al siguiente

La actitud que tomemos como padres es una de las cosas más importantes y que más seguridad van aportar a nuestros hijos. Si nosotros nos mostramos nerviosos entonces ellos aprenderán que todavía hay cosas que temer, y si estamos tranquilos ellos se sentirán seguros. Son muy sensibles a los gestos, el tono de nuestra voz y el lenguaje no verbal pro lo que debemos ser especialmente precavidos con esto.

Es posible que nuestros hijos necesiten, como nosotros, una dosis extra de cariño para sentirse tranquilos, hemos de mostrarnos disponibles para ellos, a la vez que nosotros nos apoyamos en nuestros adultos de confianza, y sin perder de vista que es hora de comenzar a relajarnos, no en el ámbito sanitario, pero si en la vida.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *