Desde hace unos años, se viene observando en España una tendencia a priorizar la psicología como ciencia dejando de lado otros aspectos igualmente importantes y que nos acercan hacia una mayor humanización de la disciplina.
Esta tendencia no solo se puede apreciar en el ejercicio de la profesión, sino que es palpable desde mucho antes de que los futuros psicólogos puedan entrar en la universidad para iniciarse en esta apasionante profesión, pues ya en el momento en que un estudiante se dispone a escoger las asignaturas a cursar en Bachillerato, está determinando en qué medida le será fácil acceder al Grado en Psicología. Desde hace ya más de 10 años las personas que escogen cursar y examinarse en la Prueba de Acceso a la Universidad de las asignaturas correspondientes al itinerario académico de Ciencias de la Salud (matemáticas, física, biología…) tienen más facilidades para acceder al Grado de Psicología que las que cursen itinerarios como Ciencias Sociales o Artes. Esto se debe a que las asignaturas anteriormente mencionadas ponderan el doble que otras a la hora de calcular la nota de corte de acceso a la universidad. Es como si, de alguna manera, la Universidad como institución, ya estuviera seleccionando desde temprano a las personas que tienen una inclinación por la ciencia para cursar este Grado.
En lo que respecta a la Titulación Universitaria de Psicología, ha sufrido muchos cambios y muy fuertes en escaso tiempo, pero también siguiendo esta misma tendencia explicada al principio.
Para empezar, en el siglo XIX, los estudios de Psicología formaban parte estructural de la Metafísica, careciendo de autonomía doctrinal e institucional, y no es hasta los años 60 que se produce el inicio formal de la Titulación universitaria de Psicología en España como titulación independiente.
Incluso después de este importante cambio los estudios de psicología continuaron sin tener una facultad propia, y sus clases se impartían en diferentes pabellones anexos a otras facultades (filosofía y letras, económicas o incluso ciencias). La Ley de Reforma Universitaria (B.O.E 1/9/1983) dio lugar a una profunda modificación de la estructura curricular en toda la Universidad Española y, en particular, de la Licenciatura en Psicología, con el desarrollo de los decretos derivados de ella, por Real Decreto 2703/1983, la Sección de Psicología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM se transformó en Facultad de Psicología, y esto mismo ocurre con otras tres nuevas facultades de Psicología en las Universidades de Barcelona, Valencia y la UNED. La Universidad Complutense de Madrid había sido la primera en crear dicha Facultad, tres años atrás.
Desde su creación en los años 60 hasta el año 2006 la carrera de psicología se encontraba dentro de la rama de estudios Sociales y jurídicos, y no es hasta éste año que comienza a tratarse como un Grado dentro de las Ciencias de la Salud.
En resumen, en tan solo un siglo, la psicología ha pasado de formar parte de los estudios de Metafísica a ser una carrera independiente y de la rama de Ciencias de la Salud.
Todo esto es importante, no solo por el cambio institucional, la desvinculación legal e incluso la separación física de las carreras de humanidades, es además importante por el cambio de mentalidad que tienen detrás todas estas modificaciones: se empieza a ver la psicología como una ciencia y se hacen esfuerzos por equipararla a las demás, se compara el comportamiento humano (materia de estudio de la psicología) con las leyes de la física, las reacciones químicas, las fórmulas matemáticas… sin embargo estamos hablando de comportamiento humano, y la idiosincrasia entre los individuos hace imposible que la psicología se equipare a las otras ciencias.
En matemáticas, física y biología los modelos explicativos son más parecidos a: “cuando ocurre A pasa B en las circunstancias X”, es decir, es como darle una patada a un balón, sabes, o al menos puedes calcular, dónde va a ir, en psicología, dado que cada persona es diferente (he ahí la belleza de esta profesión), lo podríamos comparar con darle una patada a un perro, no sabes que va a pasar, pues depende del perro (algunos saldrán corriendo y otros te morderán la pierna).
Por supuesto es necesaria investigación y rigurosidad, es algo importante, y de lo cual todos los psicólogos somos responsables: dar atención en base a un conocimiento que asegure una intervención de calidad, sin embargo, no se puede exigir a la psicología lo mismo que a las otras ciencias, pues se corre el riego de perder por el camino características que convierten a nuestra carrera en una profesión con arraigados valores humanos (el respeto a la diferencia, la idea de que la persona es más que su diagnóstico, el trato cercano y caluroso que se adapte a la persona…).
Pese a todos los avances y cambios, la psicología siempre ha tenido complejo de ser menos relevante que las otras ciencias, dando imagen de ser mas un «problema de marketing” que hace que la sociedad tienda a ver a estos profesionales mas como chamanes o psicomagos que como profesionales sanitarios. En aras del reconocimiento de la labor del psicólogo y como un intento de ganarse el respeto de otras profesiones sanitarias, se han puesto en marcha una serie de mecanismos que en opinión de algunos han podido perjudicar a los propios psicólogos y para otros han supuesto medidas que protegen la profesión:
Así, en el año 2003, cuando se publica la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (Cortes Generales, 2003) que define cuáles son las profesiones sanitarias, la psicología no aparece. Esta exclusión tuvo la grave consecuencia de que la acreditación del psicólogo generalista para prestar servicios sanitarios dentro del Sistema Nacional de Salud, que habilitaba a profesionales de la psicología para ejercer su profesión en establecimientos públicos o privados, quedaba retirada, y así, miles de profesionales quedaron en una situación de grave incertidumbre legal.
Tras muchos esfuerzos por encontrar una solución a la situación anteriormente descrita, se creó en 2014 la acreditación de la figura del psicólogo general sanitario mediante la obtención de un Máster en Psicología General Sanitaria, el cual busca una especialización en psicología clínica a nivel de postgrado por parte del alumno que se licencie en psicología. Este máster debía ser oficial, esto es, reconocido por el Sistema Nacional de Salud y con una duración no inferior a dos años. En definitiva, si el estudiante que quiere acabar siendo psicólogo no lo cursa, no puede ejercer, así de sencillo. Si bien es cierto que en los últimos tres años la cantidad de facultades que imparten este máster ha crecido muchísimo, el acceso a este máster no es tan sencillo como pudiera parecer: o la nota media de tu expediente académico es bastante alta o te verás obligado a pagar esta titulación en una universidad privada.
Otra posibilidad que tienen los estudiantes actualmente y desde los años 90 para abrirse camino en el mundo laboral de la psicología clínica, es estudiar la oposición de Psicólogo interno Residente, un examen anual muy riguroso que ofrece insuficientes plazas para la enorme demanda social pública y privada existente.
Por otra parte, hace aproximadamente dos años se planteó la posibilidad de que aquellos estudiantes que desearan ejercer como psicólogos clínicos tuvieran que cursar ambos itinerarios anteriormente mencionados. La indignación no tardó en aflorar, y de esta manera, varios profesionales de la psicología y docentes en las universidades publicaron documentos al respecto. En uno de ellos se refleja con mucha claridad la comparativa de la psicología con otras ciencias que ya hemos explicado más arriba. Este documento se titula: “Consideraciones sobre la propuesta de itinerario secuenciado grado en psicología + Máster PSG + PIR” y recoge la siguiente idea:
“La Biología, la Química y la Física son, al igual que la Psicología, disciplinas científico-técnicas básicas que acceden al estatus de Especialidades Sanitarias con el itinerario Licenciatura (5 años)/Grado (4 años) + Formación en régimen de Residencia (BIR, QIR, FIR) de 3-4 años de duración. Si las facultades de Biología, Química o Física consideran que los profesionales a los que forman están capacitados para acceder directamente a una Especialidad Sanitaria, no se ve por qué las Facultades de Psicología y sus respectivos Departamentos no habrían de considerar igualmente capacitados para ese acceso a los profesionales de la Psicología a los que forman“.
Afortunadamente esta iniciativa no llegó a puerto.
Para concluir, en el año 2016 se publicó un informe realizado por la Comisión Europea que evalúa la situación de la Psicología Clínica en el contexto europeo (Comisión Europea, 2016). Mostrándose así las notables diferencias entre los distintos países de Europa en lo que se refiere al tipo de acreditaciones para el ejercicio de la profesión y la duración de la formación para obtenerlas. En conclusión, aunque en cada país se ha trabajado por el desarrollo de los estudios de psicología clínica y la creación de un sistema de acreditación no puede decirse que exista un sistema unificado a nivel europeo en este sentido.
Irene Alonso Martínez
Psicóloga General Sanitaria
especialista en infancia, adolescencia y familia.
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