Este año, con motivo del día contra el trabajo infantil (el 12 de Junio) nos gustaría plantear en nuestro Blog un debate: trabajo infantil en España ¿educación o explotación?

Veamos algunas características de la situación actual respecto al trabajo infantil a nivel mundial, para poder opinar con mayor perspectiva.

Según la Organización Internacional del Trabajo 215 millones de menores son explotados laboralmente. En la mayoría de las ocasiones el trabajo realizado no está supervisado por un adulto que vele por sus condiciones de trabajo, lo cual les convierte en trabajadores particularmente vulnerables a la explotación y las historias de abuso son muy frecuentes. Muchos de ellos trabajan a tiempo completo. Más de la mitad de estos niños están expuestos a las peores formas de trabajo infantil como trabajo en ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y prostitución, así como su participación involuntaria en los conflictos armados

Ahora bien, ¿cuál es la situación de España a este respecto?, ¿se ha modificado el trabajo infantil en España a raíz de la crisis económica? La OIT señala que en España el trabajo infantil, entendido como el desempeño de funciones laborales por parte de menores, es anecdótico y que lo que sí que existe es explotación infantil bajo la forma de la trata de seres humanos.

Puesto que “no se considera trabajo infantil si se trata de una ayuda esporádica en las actividades familiares, que no requiere esfuerzo ni riesgo, se realiza fuera del horario escolar y permite los juegos», como bien explica Joaquín Nieto, director de la OIT en España se deja aquí una suerte de vacío legal, en el que muchos aprovechan para, en efecto animar a los niños a que realicen tareas relacionadas con el trabaj que interfieren en su desarrollo en la infancia, pues les privan de tiempo para acudir a la escuela, hacer las tareas, jugar… En definitiva de alguna manera u otra se les niega la oportunidad de ser niños

Algunos de las profesiones realizadas por niños, que en muchas ocasiones rozan con lo que sí se consideraría trabajo infantil son los artistas (cantantes, actores…) y aquellos que ayudan a sus familias en el campo. Según un estudio realizado por la UGT, entre los problemas más importantes de los niños que viajan con una familia temporera figuran el fracaso escolar (un 40%) el desarraigo y falta de adaptación (un 20%) y la no escolarización (15%)». Por su parte, Unicef señaló que había 172.000 críos que ayudaban a sus familias en el campo, la ganadería o en tareas domésticas.

Si bien hay un gran acuerdo en que la explotación infantil es mala innegablemente, hay quien señala que, el que no se enseñe a un niño a trabajar es malo también. El trabajo ayuda a desarrollar dentro de la persona una serie de valores importantes para la vida >el valor del esfuerzo, de la constancia, la disciplina, la sensación de autonomía y logro. Gracias a recibir una paga o sueldito por lo que hace aprende a manejar sus ingresos y a usarlos con prudencia…

Por el contrario, si el niño recibe todo como llovido del cielo no terminara de comprender que las cosas cuestan un dinero, un esfuerzo y puede llegar a desarrollar cualidades como la arrogancia, soberbia, pereza y muchas veces puede caer en vicios o malos caminos por no tener algo en que emplear el tiempo.

Todo extremo es malo por lo cual negar la oportunidad a un niño de aprender un trabajo, de colaborar en las tareas de la casa como uno más,  también es malo. Muchos niños se crían ayudando a sus padres en ciertos trabajos, pero no por ello son explotados, y muchas veces gracias a esto tienen ventajas en la vida a comparación con quienes nunca trabajaron.

En resumen, lo que podemos concluir es que, en ningún caso se debe permitir el maltrato infantil ni explotación. Todos somos responsables de luchar contra ella denunciando las situaciones de injusticia que veamos y comprometiéndonos con iniciativas como el comercio justo o la difusión de información sobre el trabajo infantil. Por otra parte, tampoco se debe dejar sin autoridad a los padres para educar a sus hijos y sin la oportunidad de los niños y adolescentes para poder trabajar siempre y cuando sea en un trabajo apto según su edad y el cual les enseñe buenos valores.

Irene Alonso Martínez

Psicóloga General Sanitaria y formadora en  Clínica Ciprea.

Especialista en infancia, adolescencia y Terapia de Familia

 

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